“Para prevenir una eventual visita de los inspectores médicos a punto de la mañana yo ya había preparado la defensa. Nada excepcional pues ya estábamos rodados. Había montado en las habitaciones goteros de sodio en bolsas de un litro bajo una mezcla al 0´09% de sodio. Por precaución, las envolvía con una servilleta antes de dejarlas bajo las camas. En caso de urgencia, era suficiente con descolgar un cuadro de la pared y colgar los goteros. Si no había clavos, cogía un radio de bicicleta que doblaba en forma de “S”, lo colgaba, por ejemplo, en un riel de cortina. El resto era un juego de niños: clavar el tubo en el gotero y purgarlo, después, en el otro extremo de tubo introducir la aguja en el brazo de corredor, regulada por una llave de paso, abrir la llave y del tubo y controlar el paso de las primeras gotas pero nunca más de sesenta gotas en el primer minuto, con el fin de evitar posibles reacciones. Poco después abría la llave de paso a fondo, ya sin riesgo. La inyección completa venía a durar unos veinte minutos. La tasa de hematocrito bajaba tres unidades.
Esta instalación no duraba más de dos minutos, lo que nos permitía ser plenamente operativos llegado el caso. Por la mañana Bruno Roussel era al primero en ser avisado a la llegada de los inspectores, los cuales venían rápidamente a mi habitación y a la del médico del equipo, el doctor Rijckaert, si estaba con nosotros. Y así se ponía en marcha mi dispositivo...”
(Fragmento del libro “Masacre en cadena” de Willy Voet, ex médico del Festina)
Esta instalación no duraba más de dos minutos, lo que nos permitía ser plenamente operativos llegado el caso. Por la mañana Bruno Roussel era al primero en ser avisado a la llegada de los inspectores, los cuales venían rápidamente a mi habitación y a la del médico del equipo, el doctor Rijckaert, si estaba con nosotros. Y así se ponía en marcha mi dispositivo...”
(Fragmento del libro “Masacre en cadena” de Willy Voet, ex médico del Festina)
1 comentario:
Eso es una tontería en sí: son profesionales y saben a lo que van a cambio de dinero.
¿Por qué no hablamos de los ciclados mascachapas de cualquier gimnasio de tres al cuarto? Ahí no hay ni médico, sólo barra libre para "estúpidos" que encima no sacan nada a cambio. Porque meterse lo que se meten sólo para hacer el idiota delante de un espejito o creerse los machos ibéricos que salen de caza femenina cada noche....
Ese sí es un problema verdadero de salud pública, y no el dóping a nivel profesional.
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