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-Devaluando
el producto. No hay nada más
efectivo para abaratar un jugador que poner su maniquí en el escaparate del
mercado futbolístico. En el Sporting y su entorno, la necesidad de vender
(asunto que da para un debate aparte de por qué se ha llegado a este punto tras
cuatro años en Primera) conduce equivocada e inexorablemente a gritarlo a los
cuatro vientos. Si fuera posible, los ecos llegarían hasta la CNN o el New York
Times. Recientemente, además, se ha sumado a tal empeño el presidente de la
LFP. Pueden pensar los dirigentes de la entidad rojiblanca que las palabras del
señor Tebas en Gijón supusieron un espaldarazo a su gestión. Nada más lejos de
la realidad. Sus sorprendentes declaraciones transportaron al ámbito nacional
un aspecto negativo y su consecuencia: que las cuentas reflejan un fracaso de
quien las maneja y que, por culpa de ello, el resto de clubes (y cazatalentos
precoces) pueden pescar en Mareo a buen precio.
-Podio
de 'debilidades'. En el filial
sportinguista hay muchos futbolistas interesantes. De esos que apetece que
sigan mucho tiempo vistiendo la camiseta rojiblanca y dando tardes de alegría
en El Molinón. Todos tenemos debilidades sobre el césped. Mi podio en la
plantilla del B de esta temporada lo ocupan Sergio Álvarez, Santi Jara y Pablo
Pérez. Si mi devoción por el primero viene de lejos, apenas necesité dos
acciones del segundo y cinco minutos del tercero para ponerme el babero
futbolístico. Nacho Cases, Lora, Canella... les han precedido en mi rincón de
promesas que han llamado en alguna ocasión a las puertas del primer equipo.
-Creer
en los Reyes Magos. Los actuales
dirigentes del Sporting han hecho cosas bien. Tampoco hay que ser ciegos, ni
desagradecidos, ni tercos para no reconocerlo. Pero han sido pocas y van
quedando cada vez más lejanas. El oscurantismo que les caracteriza en muchos
asuntos no les ayuda demasiado. Fueron significativos los cánticos de "Fernández
quédate" de parte de la afición del eterno rival en el último pseudoderbi.
Resulta curioso, en cambio, que coincidan con parte del sportinguismo. Dicen
que el tiempo da y quita razones. Ojalá que no haya que sufrir otras décadas
como las dos pasadas para obtener la respuesta. Mientras, los hechos empujan a
comparar a los autores de la gestión deportiva/económica del Sporting con los
Reyes Magos. Unos pueden seguir creyendo (bien porque nadie les dijo que eran
los padres, bien porque ellos no lo descubrieron por sí mismos, bien porque su
fe es tan ilimitada que creen que el incienso, la mirra y el oro existieron y
existirán). Otros ya hemos optado por dejar de creer en Melchor, Gaspar y
Baltasar.