En
agosto, en una extensa charla con Miguel Quintana (Ecos del Balón), intentamos analizar cómo se presentaba la temporada 2015-16 para el Sporting. Hablando de
los
factores de preocupación en relación a sus opciones de
lograr la permanencia, mencionamos
la
sanción para fichar,
la
poca pegada,
la dependencia de la
pareja de
centrales y de
la de mediocentros,
la duda de si mantendría en
Primera la
solidez de
Segunda, la falta de jugadores desequilibrantes (aún no había
llegado Halilovic), la necesidad de tener más el balón para desgastarse y sufrir menos ...
Pero
si tuviera que quedarme con uno, sin restar importancia a los demás factores, lo
que más me preocupaba entonces era
la
gestión de
las derrotas
en
el
equipo y el
entorno:
“Hay
que ver cómo responde el grupo y cómo responde la afición, porque
se viene de estar viendo a un equipo que sólo ha caído dos veces, a
un equipo que sólo ha perdido un partido en El Molinón en año y
medio, y ahora la cosa va a ser muy diferente. Es un reto
complicado”.
Meses después, tras cinco derrotas consecutivas, afloran las
críticas y las dudas, el ambiente y los debates se están enrareciendo. Y, en parte, es lógico. Las derrotas empujan a pensar que uno hace mal todas las cosas, que uno es peor de lo que es. Al revés que cuando uno gana, que uno piensa erróneamente que todo se hace bien.
La diferencia entre la situación actual y una primera vuelta notable simplemente ha estado en que el Sporting hubiera conseguido mejores resultados ante Granada (mala primera parte), Levante (mal partido) y Getafe (mala segunda parte). Es decir, 180 minutos lo hubieran cambiado todo. Porque, con sus limitaciones y las mencionadas excepciones, el Sporting está siendo mejor en muchas facetas del juego que la temporada pasada. Pero la exigencia es mucho mayor. Los rivales son mejores y cada error, cada despiste, está penalizando en exceso al equipo gijonés. El último ejemplo: Meré, en su estreno en el Bernabeu con 18 años, solamente falló dos pases; uno acabó en gol. Tampoco está teniendo suerte el equipo rojiblanco con las lesiones ni con los arbitrajes.
En este contexto, e inmerso en una dinámica de resultados tan negativa, será vital para las aspiraciones de lograr la permanencia que el grupo y el entorno no deje de creer, así como que la unión del vestuario y la comunión con la grada sea igual o mayor que la temporada pasada. Conseguir una victoria pronto, a ser posible enlazar varios resultados positivos, es clave. El viernes es el primer paso. Queda un mundo.
La diferencia entre la situación actual y una primera vuelta notable simplemente ha estado en que el Sporting hubiera conseguido mejores resultados ante Granada (mala primera parte), Levante (mal partido) y Getafe (mala segunda parte). Es decir, 180 minutos lo hubieran cambiado todo. Porque, con sus limitaciones y las mencionadas excepciones, el Sporting está siendo mejor en muchas facetas del juego que la temporada pasada. Pero la exigencia es mucho mayor. Los rivales son mejores y cada error, cada despiste, está penalizando en exceso al equipo gijonés. El último ejemplo: Meré, en su estreno en el Bernabeu con 18 años, solamente falló dos pases; uno acabó en gol. Tampoco está teniendo suerte el equipo rojiblanco con las lesiones ni con los arbitrajes.
En este contexto, e inmerso en una dinámica de resultados tan negativa, será vital para las aspiraciones de lograr la permanencia que el grupo y el entorno no deje de creer, así como que la unión del vestuario y la comunión con la grada sea igual o mayor que la temporada pasada. Conseguir una victoria pronto, a ser posible enlazar varios resultados positivos, es clave. El viernes es el primer paso. Queda un mundo.
--Colaboración con www.golaverage.com