Hoy se cumplen 3 años del primer día de existencia de este blog. Lo primero que tengo que deciros es GRACIAS. Sin vuestras visitas, vuestros comentarios y vuestros e-mails, esto no tendría sentido.
'La Cola de Vaca', que arrancó ese primer día (25-02-2006) con una recopilación de posts que previamente habían aparecido en otro espacio, después ha ido evolucionando y pasando por diversas etapas hasta desembocar en el punto actual, donde ojalá dispusiera de más tiempo libre para hacer todo lo que me gustaría.
Han pasado más de 1.000 días y también he superado el millar de posts, pero seguramente haya mucho que innovar y mejorar, así que no dudéis en comunicarme vuestras sugerencias y críticas constructivas. En el último año, hemos compartido el triunfo español en la Eurocopa, el ascenso del Sporting, mi primera visita al Emirates Stadium o la fiebre por el Swansea, entre muchísimas cosas. Espero que todos podamos seguir celebrando más aniversarios de este blog.
Se aplaza a mañana mi visión del Villarreal-Sporting por el lío que he tenido hoy (al menos he podido sacar un hueco para charlar con Gerardo Bruna, ya os contaré). Sólo adelanto que, como esperaba, el Sporting acabó el 'Tourmalet' con sólo 3 puntos de ventaja sobre el descenso y que ahora llega el 'Angliru' porque los partidos ante Mallorca y Osasuna son vitales.
(ACTUALIZO DESDE AQUÍ)
Lo confieso, tenía pocas esperanzas para el partido de El Madrigal. Por la imagen de las últimas fechas y por la dinámica de resultados (una sóla victoria en los últimos nueve partidos entre la Liga y la Copa). Además, aunque sí soy partidario de cambiar el sistema en algún encuentro o en alguna fase de algún partido (me pareció bien el sábado), no me convencía el potencial ofensivo del equipo con la revolución de Preciado, al quedarse fuera Carmelo, Diego Castro o Barral.
Y cosas de la vida, con ese once modificado llegó el gol más rápido de la temporada: Bilic marcó a los 20 segundos. Me estaba preparando así que no lo vi en directo, sino en la repetición. Pero era demasiado bonito para ser verdad y como no hay partido del Sporting sin concesiones atrás, ante el Villarreal no fue una excepción, y eso que se hizo un partido muy serio en defensa... salvo en los goles: el primero llega ¡un minuto después del 0-1! con dos rivales solos (el asistente y el rematador) y el segundo de un remate de cabeza con Capdevila sin marca ya no sólo en el momento de rematar sino desde antes de ejecutar la falta. Son dos errores que cuestan un partido, además de los dos penaltis no señalados a favor del Sporting y el octavo palo de la campaña para Bilic.
Esta rutina de facilitar siempre uno o dos goles, obliga al equipo a hacer un partido brillante ofensivamente para sacar algo. Y esa faceta hace semanas que está lejos de la parte intermedia de la primera vuelta. Te pueden hacer goles porque sean mejores y puedan desequilibrar en una acción individual, pero no por despistes de marcajes o esos huecos y despejes en forma de regalos. En fin, toca pasar página y apoyar más que nunca al Sporting, que en el próximo mes se medirá a tres de la zona baja: Mallorca, Osasuna y Numancia (en la primera vuelta se ganó a los tres, más al Depor que llega entre medias; ahora lo veo casi imposible de repetir). Marzo puede determinar si vamos a sufrir muchísimo o poco, porque sufrir se sufrirá, pero que el entorno no meta aún excesiva presión a la plantilla rojiblanca, que cada vez que la hay, sale mal parada (no hace falta recordar el día de Castellón del año pasado).
Me adueño de unas palabras que me dijo Juan Manuel Lillo, entrenador de la Real Sociedad, al que entrevisté, aunque lo más apropiado sería decir "con el que dialogué sobre fútbol", el pasado jueves. Nunca había conversado con él y me resultó gratificante esta primera ocasión, por muchos clichés que se le hayan puesto.
Al preguntarle si estaba disfrutando del nivel de juego del Barcelona dirigido por su amigo Pep Guardiola, su respuesta fue la siguiente: "No sólo estoy contento por el amigo y la persona, sino porque todos los éxitos van generando mimetismo y ojalá esa propuesta (de juego) sea la que genere mimética". Traducido a un lenguaje sencillo: se copia todo lo que triunfa. En la música, en la televisión, en la literatura... y el deporte -el fútbol- no es ninguna excepción. Por eso, estaría bien que el ejemplo del juego culé de esta temporada, salvando las distancias que provocan las diferencias económicas-deportivas, se intente imitar desde otros bandos. Ganaría el fútbol.
Hay muchos ejemplos. Lo bien que le salió la 'huida' a Londres a Cesc Fabregas, animó a muchísimos a seguir el mismo camino: jóvenes como Piqué, Gerard Bruna, Daniel Pacheco, Sergio Tejera o Iago Falqué, entre otros. Asimismo, esta apuesta exitosa de Wenger por un jugador español, contagió que distintos clubes ingleses y europeos dejaran a un lado su escepticismo sobre la competitividad que podían aportarles nuestros futbolistas.
Tampoco debemos obviar el cambio de mentalidad sobre los llamados jugones (futbolistas con tanta calidad y toque como falta de estatura o corpulencia) a raíz del buen resultado que en los últimos tiempos están dando. Y saliendo del deporte rey, ahí está el camino que abrió Pau Gasol en la NBA a los españoles o a otra escala la posibilidad de que ahora en España haya más niños dispuestos a ser el próximo Fernando Alonso o Rafa Nadal, pese a ser especialidades no tan practicadas en nuestro país. Y es que todo se reduce a lo mismo: se imita lo que tiene éxito. Insisto, la idea es de Juan Manuel Lillo.
Me resulta muy interesante la entrevista a Mario Rosas que publicó hace un par de días 'El País', y que coincide en la manera de encauzar la historia con el artículo que escribí a comienzos de este año.
Si el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, el sportinguista (al menos yo) debe ser el único que lo hace infinitas veces. Porque fui con tanta ilusión y tanta esperanza que me olvidé que en lugar de un club de fútbol somos un 'servicio de rehabilitación' al que yo llamo 'equipo aspirina': curamos todos los males ajenos. Mira que ha habido partidos malísimos esta temporada para pensar que habíamos tocado fondo; pues no amigos, quedaba el de ayer para encabezar ese ránking. Y el peor está por venir, seguro.
En muchos momentos de los 90 minutos, me pregunté por qué soy del Sporting, si soy gafe (presencié 'in situ' el 7-1 del Bernabeu, el 5-1 de Getafe y lo de ayer; para mi defensa,también el triunfo sobre el Almería) y para que narices vuelvo a ir al campo ilusionado (una parte de mí creía que ganaríamos, la otra se temía que rehabilitaríamos al Real Madrid). No me duele perder, ni siquiera caer goleado; lo que no puedo soportar es ver un equipo -como me dijo Bilic en la zona mixta- sin alma.
No lo entiendo, por más vueltas que le doy a la cabeza no llego a comprender cómo un equipo sale tan apático, tan impotente, tan blando, tan ... Dejémoslo que me vuelvo a cabrear. Eso sí, el 'servicio de rehabilitación' es muy efectivo: convertimos a Lass y Gago en Xavi e Iniesta, Ramos volvió a ser un lateral de recorido, Marcelo y Huntelaar se estrenan como goleadores, Raúl tiene que marcar sus goles de récord contra el Sporting en Gijón, Juande es un maestro de la estrategia, el Real Madrid resulta que es un equipo que sabe tocar y llevar la iniciativa... y porque no viajó Drenthe que si no, también lo recuperamos para la causa.
Toca pasar página y coger el coche de vuelta a Madrid. Menos mal que mi Asturias me ofrece mucho más que fútbol. Si pienso en el balón, sólo tengo la sensación de que lo pasaremos peor de lo que pensaba de aquí a junio además de pensar que se necesitan 4-5 refuerzos importantes para la próxima campaña, si se consigue la salvación.
¡Qué pocas canciones de temática futbolera (o deportiva) se componen! Incluso, apenas existen canciones cuyas melodías sean adaptables, aunque sea cambiando la letra, a ser coreadas en las gradas de un estadio. Además, los grupos-cantantes españoles están muy por detrás en ese sentido (y en la música en general) de otros países, especialmente del Reino Unido. Allí, el mítico "Three Lions" de 'Lightning Seeds' puso el listón altísimo -casi insuperable- para todo aquel que quiera hacer una canción futbolera así como un himno pop a algún evento o aniversario deportivo.
En España, encontramos contadas excepciones, ya que estoy refiriéndome a temas pop con estribillos coreables, no esos himnos cantados por solistas de ópera o artistas flamencos. Las dos canciones dignas más recientes que me vienen a la cabeza se compusieron con motivo de los centenarios de dos clubes: el Real Murcia y el Real Sporting de Gijón. En el primer caso, es obra del grupo indie murciano 'Second' (os recomiendo su nuevo álbum: "Fracciones de un segundo").
Y el segundo es de la banda 'Los Maurizios' dedicada a los "Años Dorados" del Sporting. Ambas son salvables; ésta menos coreable en una grada.
Por último, tema aparte para otro debate similar es la música que suena por megafonía en la mayoría de los estadios españoles antes del partido y en los descansos. Da gusto, en cambio, entrar en un campo británico al son de 'Oasis'' o 'Coldplay', por citar dos ejemplos muy conocidos, o seguramente ahora no sea extraño que suene con fuerza el estribillo del tema "Go Square Go" , incluido en el brillante disco de debut de los escoceses Glasvegas. En fin, es simplemente una visión personal, porque en la música soy consciente de que hay gustos tan infinitos como dispares.
Siempre he sentido envidia sana cuando me sentaba delante del televisor y me encontraba a 46.000 personas cantando el “Nunca caminarás solo” momentos antes de ver al Liverpool. Hasta que un día, un compañero de trabajo y yo, decidimos que como grandes futboleros que somos, era imperdonable no vivir un partido en Anfield. Embarcamos en Barajas con la ilusión de dos niños que van a vivir algo imborrable, el espíritu de Anfield. En el vuelo coincidimos con padres que regalaban a sus hijos un viaje inolvidable, a ver un templo futbolístico. Dos horas y media después un cartel enorme que rezaba “John Lennon Airport” nos abrió los ojos de que al fin estábamos en la tierra de los Beattles. No solo eso, también el intenso frío regado de llovizna tan característico de Inglaterra. Nos alojamos en un “albergue” de estudiantes, compartiendo habitación con otros 6 chavales. Fue dejar las maletas, y rápidamente a cenar algo. Un restaurante chino calmó nuestro hambre, y que mejor manera de bajar esa cena que con unos “digestivos” por la ciudad de Liverpool. Visita obligada a “The Cavern” el templo de los Beattles. Es curioso ver como la gente reconoce rápidamente a la gente española. Gran culpa tienen Rafa Benítez y los Torres, Reinas, Xabi Alonsos... Han contagiado a esa ciudad del sentimiento español. En medio de la madrugada y con varias copas o pintas encima, siempre hay alguien que te corea algún cántico homenajeando a alguno de los futbolistas españoles que juegan en el Liverpool. En una regla general.
Tras tomar alguna copa, nos dormimos, con la premisa de que había que vivir dos horas antes un partido de la Premier League. Se trataba de un Liverpool-Hull City. El partido era a las 4 hora española, 3 hora inglesa, La primera impresión de Anfield desde fuera es de estadio pequeño, pero su misticismo le engrandece. Nos metemos en el bar típico de Anfield, el llamado “Alberts”. Nada más entrar el olor a cerveza se adentra en tu interior, la gente entona el “Fernando Torres Liverpool´s number nine”. Tremendo lo que beben y cantan estos tíos. En seguida te das cuenta de quien es la bandera del Liverpool, se llama Steven y se apellida Gerrard. Dejamos el “Alberts” y nos fotografiamos junto a la entrada de Anfield que reza “You´ll never walk alone”, justo antes de acudir la puerta de prensa donde nos aguardan dos entradas a nombre de Fernando Torres. Las recogemos y llega el momento soñado, Anfield por dentro. Espectacular, increíble, un deseo cumplido. Mismos adjetivos para definir el “You´ll never walk alone” con el que reciben al Liverpool. ESPECTACULAR VUELVO A DECIR. Desde la grada de “The Kop” no paran de salir cánticos, es algo increíble. El partido acaba 2-2 con dos goles de Gerrard que me confirma porque es uno de mis grandes ídolos desde pequeño. También la formidable tarea que están realizando todos los españoles liderados por el gran Rafa Benítez.
Pita el colegiado el final, pero no me quiero ir. Estoy en Anfield no me lo creo, pero hay que irse. Desde el autobús dejamos un gran escudo del equipo iluminado, que poco a poco vamos perdiendo de vista. Cargados de recuerdos llegamos al hostal, con la sensación de haber cumplido un sueño, hemos vivido el fútbol en estado puro, hemos vivido el fútbol en el mítico Anfield.
PD: Quiero dedicar este artículo a mi compañero y amigo Juan Carlos Molero para darle fuerzas, y a ti Pablo por dejarme publicar este artículo. Muchas gracias.
--Julio Suárez, amigo y ex compañero, actualmente trabaja en deportes de Antena 3 TV
Dije en la primera vuelta tras ser goleado el Sporting por el Barcelona que no había sido por demérito propio sino más bien por mérito exagerado del equipo de Guardiola, que iba a repetir esa exhibición en más de una ocasión. Veinte encuentros después, a ritmo de récord, la realidad da la razón a mis pronósticos. El Barça es un rodillo, una maquina perfecta, de la que se elogia muchísimo su juego de toque y su potencial ofensivo, pero de la que apenas se ensalza su trabajo defensivo total (los mejores defensas son sus hombres de arriba y del centro del campo), tal vez porque deslumbran más los otros aspectos.
Ayer, el Sporting jugó un partido muy serio, muy ordenado. Dio la cara defensivamente pese a que los tres goles llegaron por desajustes y ligeros errores (¿qué equipo no los tiene con un rival de tanta calidad jugando a tanta velocidad como precisión?). Mi pasión sportinguista y una fe que se fue diluyendo con los minutos me impidieron disfrutar como lo hubiese hecho en cualquier otro encuentro del Barcelona. Por momentos, vi imposible escapar del Camp Nou con menos de cinco goles, y eso que también hubo instantes que tuve la sensación de que el conjunto culé jugaba al 70%.
El único pero que le pongo al Sporting es que me esperaba más atrevimiento y más descaro, al menos en algunos jugadores (Carmelo y Diego Castro eran los que me permitieron albergar esperanzas previas al choque), quienes apenas intentaron un regate. El juego de combinación fue imposible, las contras veloces también, y ese único recurso del destello individual no llegó por cierto temor en la plantilla. No obstante, insisto en que este Sporting hizo un partido muy digno ante el mejor equipo del mundo de la actualidad y el de mejores registros de la historia de la Liga. Tal vez el próximo domingo sí haya opciones para soñar. Yo intentaré hacerlo en las gradas de El Molinón, le tengo ganas a ese partido por lo vivido en la ida en el Santiago Bernabeu.
PD: Grande Quini (bonito recibimiento de su otra afición) y ayer también me alegré por Kike Mateo (marcó en el Bernabeu y en el Camp Nou, a ver si le sirve para coger confianza y vuelve a ser el de la campaña pasada)
PD2: Esto también hace, como dice mi amigo Juan Carlos, grande a un club
