Gerard Piqué, aquel niño de voz adulta

No conozco a Gerard Piqué en persona, aunque sí le he hecho unas cuantas entrevistas por teléfono (aclaro que ninguna desde que ha vuelto al Barcelona). El pasado sábado, cuando marcó -en su segundo partido como internacional- el gol del triunfo de España ante Turquía, me vinieron muchas cosas a la cabeza. La primera de ellas fue la primera llamada que le hice. Era el año 2004, él tenía casi 17 años recién cumplidos y cuando contestó al teléfono, pensé que me habrían dado mal el número de aquel móvil inglés.

Días atrás me había enterado que otro canterano azulgrana de la quinta de Cesc había seguido el mismo camino: irse a un gran club inglés en busca de un futuro más esperanzador que en el Barça. Ahora, con aniversario de La Masía incluido, parece que el panorama se presenta mejor para los jóvenes talentos culés (Busquets es el mayor ejemplo). Pues bien, dada mi admiración y seguimiento a Cesc, me entraron ganas de entrevistar a aquel otro chaval que había tomado aquella decisión valiente y polémica (su marcha parecía una traición mayor al escudo azulgrana puesto que era nieto de un directivo de la entidad).

Como os decía, mi primera impresión fue que me habían dado mal el número, porque me esperaba una voz de un niño de 17 años que intentaba adaptarse a una ciudad y unas costumbres totalmente diferentes. En cambio, me contestó alguien con un tono grave, adulto y con una serenidad, educación y madurez impropia de esa edad. Pero era él, era Gerard Piqué. Charlamos un poco sobre su nueva vida y su decisión y luego le hice aquella primera entrevista.

Más adelante, fuimos teniendo más charlas. No recuerdo hoy si la siguiente fue tras su debut con el primer equipo del Manchester United en la Copa de la Liga o tras su debut como titular en la FA Cup. Sí puedo asegurar que otra entrevista se produjo con motivo del doblete (Liga y Copa) que obtuvo con el Reserve en su primera campaña. Después, vinieron su estreno en la Premier, el Europeo sub'19 con España y concentraciones con las categorías inferiores de la Selección, su cesión al Zaragoza y su regreso a las órdenes de Alex Ferguson. Esto le permitió conseguir los títulos en la Premier y en la Champions League.

Entonces, llegó el cambio de aires motivado por dos factores: el no contar con todos los minutos que quería y el hecho de que el proyecto del Barça encabezado por Guardiola decidiera sorprendentemente pagar 5 millones de euros por un canterano suyo que se había ido sin dejar ni un euro en la tesorería del club. Ha sido un camino largo de ida y vuelta, pero el tiempo parece que le da la razón a las dos partes. Piqué ha crecido como futbolista y el Barça ha acertado en la apuesta de su regreso. La lesión de Milito le ha dado más oportunidades de las que estaban previstas, ganándose un sitio en el esquema azulgrana y llamando a las puertas de la Selección.

No es Puyol ni es Márquez. A día de hoy, tiene menos agresividad que el primero y no alcanza la brillantez en la salida del balón del segundo. Sin embargo, su margen de mejora y progresión se unen a que tal vez alcanza ya un mayor equilibrio que ambos en el cómputo global de sus características. Además, su poderío aéreo -especialmente en la tarea ofensiva- le ayudarán a convertirse en una referencia de la defensa del equipo de sus sueños en las próximas temporadas. El niño de la voz adulta se merece que no me equivoque.