17 octubre 2013

La metamorfosis de Sandoval

-Colaboración con Golaverage


Hace prácticamente un año (18-10-2012) Sandoval fue presentado como entrenador del Sporting y 48 horas después se estrenaba en el banquillo contra el Almería. En su estreno en El Molinón, ante un rival poderoso, juntó en el campo a Cases, Trejo, Sangoy, Bilic y David Rodríguez. En la segunda mitad utilizó incluso a Barrera y Juan Muñiz. Fue su carta de presentación: apostaba por partidos de ida y vuelta, un equipo partido en dos (portero y 5+5), con la confianza de que el torrente ofensivo decantara la balanza en cada encuentro frente a los riesgos y debilidades defensivas. En definitiva, jugar a marcar un gol más que el rival.

Su primer once aquel 20-10-2012 fue: Juan Pablo; Orfila, Gregory, Iván Hernández, Canella; Trejo, Mandi (Barrera, min. 62), Nacho Cases (Juan Muñiz, min. 81); Sangoy, Bilic y David Rodríguez.

Un año y 42 partidos después, Sandoval ha querido blindar al equipo, dotarlo de la solidez y el equilibrio que le faltó la temporada pasada. Para ello, ha renunciado a su propia filosofía, la que le llevó a ascender al Rayo y con la que arrancó su aventura en Gijón. De un centro del campo con un mediocampista ancla, uno creativo y un enganche talentoso ha pasado a dos anclas y un centrocampista llegador reconvertido en enganche. El Sporting juega a no encajar goles y a partir de ahí intentar sacar beneficio de sus oportunidades. Y todo está condicionado por la exigencia externa, interna y la propia de Sandoval de tener que ascender sí o sí.

El equipo, salvo momentos puntuales, no carbura. Y ahora que los resultados han dejado de acompañar, las críticas van en aumento y el ambiente no es el propicio para que el nuevo estilo de juego se vaya asentando. Muchos aficionados seguro que se esperaban otra cosa cuando el entrenador dijo que el Sporting de esta temporada tendría el balón y llevaría la iniciativa de los partidos. Aunque se aprecia la idea de salir con el balón jugado desde atrás, esta intención se diluye en el centro del campo y en realidad el plan se convierte en transiciones rápidas, con aperturas a los extremos para que el desequilibrio de éstos y el talento de Scepovic (movimientos, visión de juego y remate) marquen la diferencia. Cuando las bandas no tienen su día o el rival achica espacios, se produce un cortocircuito. Y de momento no ha habido solución. No hay plan B. Veremos si Sandoval, con el viento en contra, se mantiene firme en su nueva filosofía, regresa a sus orígenes u opta por una alternativa de juego mixta.



-Intervenciones en Gijón SER Deportivos y Deportes Cope Asturias con motivo del artículo

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