-Colaboración con Golaverage
Hace prácticamente un año
(18-10-2012) Sandoval fue presentado como entrenador del Sporting y 48 horas
después se estrenaba en el banquillo contra el Almería. En su estreno en El
Molinón, ante un rival poderoso, juntó en el campo a Cases, Trejo, Sangoy,
Bilic y David Rodríguez. En la segunda mitad utilizó incluso a Barrera y Juan
Muñiz. Fue su carta de presentación: apostaba por partidos de ida y vuelta, un
equipo partido en dos (portero y 5+5), con la confianza de que el torrente
ofensivo decantara la balanza en cada encuentro frente a los riesgos y
debilidades defensivas. En definitiva, jugar a marcar un gol más que el rival.
Su primer once aquel
20-10-2012 fue: Juan Pablo; Orfila, Gregory, Iván Hernández, Canella; Trejo,
Mandi (Barrera, min. 62), Nacho Cases (Juan Muñiz, min. 81); Sangoy, Bilic y
David Rodríguez.
Un año y 42 partidos después,
Sandoval ha querido blindar al equipo, dotarlo de la solidez y el equilibrio
que le faltó la temporada pasada. Para ello, ha renunciado a su propia
filosofía, la que le llevó a ascender al Rayo y con la que arrancó su aventura
en Gijón. De un centro del campo con un mediocampista ancla, uno creativo y un
enganche talentoso ha pasado a dos anclas y un centrocampista llegador
reconvertido en enganche. El Sporting juega a no encajar goles y a partir de
ahí intentar sacar beneficio de sus oportunidades. Y todo está condicionado por
la exigencia externa, interna y la propia de Sandoval de tener que ascender sí
o sí.
El equipo, salvo momentos
puntuales, no carbura. Y ahora que los resultados han dejado de acompañar, las
críticas van en aumento y el ambiente no es el propicio para que el nuevo
estilo de juego se vaya asentando. Muchos aficionados seguro que se esperaban
otra cosa cuando el entrenador dijo que el Sporting de esta temporada tendría
el balón y llevaría la iniciativa de los partidos. Aunque se aprecia la idea de
salir con el balón jugado desde atrás, esta intención se diluye en el centro
del campo y en realidad el plan se convierte en transiciones rápidas, con
aperturas a los extremos para que el desequilibrio de éstos y el talento de
Scepovic (movimientos, visión de juego y remate) marquen la diferencia. Cuando
las bandas no tienen su día o el rival achica espacios, se produce un
cortocircuito. Y de momento no ha habido solución. No hay plan B. Veremos si
Sandoval, con el viento en contra, se mantiene firme en su nueva filosofía,
regresa a sus orígenes u opta por una alternativa de juego mixta.
-Intervenciones en Gijón SER Deportivos y Deportes Cope Asturias con motivo del artículo
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