05 febrero 2015

Artículo: Del terremoto a la bomba atómica

-Colaboración con Golaverage.com

Catastrofismo (económico-deportivo) y negación son términos que ilustran las dos últimas décadas del Sporting. Y no hay mejor resumen que dos frases pronunciadas, precisamente con 20 años de diferencia, por los dos máximos responsables de esta situación
-José Fernández, máximo accionista (Noviembre de 1994): "Solo un terremoto nos bajaría a Segunda".
-Alfredo García Amado, Director General (Septiembre de 2014): "Si no conseguimos un aplazamiento con Hacienda, si el TEAC no nos da la razón, si tampoco conseguimos un aval ni financiación externa y además cae aquí una bomba atómica, el Sporting podría estar en riesgo de descenso administrativo".


El terremoto se produjo en Gijón en 1998 y de la manera más sonrojante posible: un descenso a Segunda con únicamente 2 victorias y 13 puntos en una temporada completa.


Actualmente, se asiste a la antesala de que la bomba atómica impacte de forma simultánea en Mareo y en El Molinón. Y esta vez, al contrario que en la primera negación, el armagedón se vislumbra apenas unos meses después de que la segunda frase fuera pronunciada.

Ante este panorama cabe argumentar dos hipótesis:
1) La gestión en estos 20 años ha sido nefasta (no es un detalle menor el hecho de que en el ecuador de este período un juez defendiese esta tesis).
2) El azar y todos los elementos están en contra del Sporting, pese a que "Fernández puso les perres" y Amado los contactos (pensar que esto ha podido ocurrir durante dos largas décadas es ponerse en la piel del conductor que culpa a los demás mientras circula en dirección contraria por la autopista).


Sea por incapacidad propia, sea por capacidad de atracción de las desgracias, se convierte en una utopía encontrar argumentos que sostengan la continuidad de los actuales dirigentes, más allá de lazos familiares y de amistad o de intereses particulares. Que hubiera otros sería una alegría para el sportinguismo: sería un síntoma de que al club le irían las cosas bien. No olvidemos que por encima de los nombres, que vienen y van, está la entidad y los sentimientos que el Sporting despierta en tanta gente.

Pero aún hay algo peor que una mala gestión. Que los responsables de la misma actúen con poca o nula transparencia y con mentiras o medias verdades (en este sentido el famoso vídeo de cámara oculta no contribuye a la credibilidad de quienes allí aparecen y ensucian un escudo que no hace tanto se paseó por Europa y peleó por títulos). Porque las preguntas sin respuesta en torno a la gestión del Sporting son innumerables. Vamos con una pequeña muestra reciente. ¿Cómo es posible que el Director General asegure en septiembre que la deuda es de 32 millones de euros y en Navidades las informaciones apunten que se aproxima a los 40? ¿Cómo es posible que desde el ascenso en 2008 haya crecido la deuda con tantos ingresos -por traspasos y por derechos de televisión fundamentalmente- de por medio? ¿Cómo es posible que hasta el entrenador se entere tarde de la sanción que impedía al club realizar fichajes, mientras el presidente jugaba con la ilusión de los aficionados prometiendo el regreso de Lekic? ¿Cómo es posible que....? Rellenen hasta el aburrimiento.

El panorama es desolador. Hasta el punto de que un equipo repleto de canteranos que están obrando un milagro estén sin cobrar. Cuesta entender en este contexto que una afición tan fiel, exigente y numerosa haya tardado tanto en reaccionar; es incomprensible que a día de hoy la grada, las leyendas del club y los estandartes de los círculos político-económico-social de la ciudad no hayan formado aún un bloque común que exija un cambio radical en la gestión de su Sporting, con lo que supone para Gijón. Duele más al comprobar que esto ha sido más o menos así en situaciones similares (Santander, Zaragoza, Swansea...).

La historia del Swansea tal vez sea la más admirable. A comienzos de siglo sus aficionados se movilizaron en diversas ocasiones en el viejo estadio y en las calles de la ciudad, hicieron colectas y crearon el 'Swans Trust', una asociación que luego formaría parte del consorcio local que acabó haciéndose con la entidad. Ese consorcio se completaba con empresarios de la zona que sentían el Swansea e ilustres veteranos. Uno de ellos, Mel Nurse, encabezó la lucha judicial para conseguir la salida del presidente Tony Petty. Otro, el conocido John Toshack, mandó una carta de apoyo firmada de su puño y letra desde San Sebastián. Actualmente el 'Swans Trust' posee el 20% del accionariado, tiene un representante en el consejo directivo y sigue encabezando iniciativas en beneficio del club. En lo deportivo, el conjunto galés ascendió tres categorías desde entonces, fue campeón de la Copa de la Liga en 2013 y ha participado en la Europa League; en lo económico, se sitúa en el top 30 de los clubes europeos.

Volviendo al Sporting, el sentido común se suicida cuando observa que la familia Fernández sigue confiando en el mismo gestor y, además, no vende sus acciones a un precio simbólico a cambio de que alguien se haga cargo de esa inmensa deuda de la que es responsable. Igualmente, la coherencia se fustiga cuando contempla cómo sigue en el cargo el presidente que dijo aquello de "deuda cero en tres años" o "si la marea te lleva, te llevó". Y del mismo modo, la lógica trata de comprender por qué el director general responsable de la nefasta gestión no tira de responsabilidad y sportinguismo para coger la puerta de salida perdonando cualquier posible finiquito que pueda existir, una fórmula -la de perdonar cantidades- nada desconocida en el club.

Ha habido aciertos, aunque pocos, en esta dos últimas décadas. Y es justo reconocérselos también. Algo que no es posible hacer, en cambio, con las dos notas positivas de esta temporada: la apuesta por Abelardo debe atribuirse principalmente a Eraña y Losada y la apuesta por la cantera hay que agradecérsela a partes iguales al entrenador y a la sanción impuesta por la Liga.


Tras su salida del consejo, nadie mejor que Eraña puede trasladar al resto de veteranos la gravedad de la situación actual. Y nadie hay más idóneo que Joaquín Alonso, el jugador que más veces se puso el escudo sportinguista al pecho, para encabezar un nutrido grupo que alce la voz y, en la manifestación del domingo o con la fórmula que elijan, pida un cambio. Aunque el tiempo es oro, se admiten propuestas. Y si prefieren un Sporting abocado a la desaparición o, en el mejor de los casos, a una existencia agonizante en un bucle mediocre infinito, que lo digan sin rodeos. Ha llegado el momento de posicionarse con firmeza. No cabe otra. En juego está el Real Sporting de Gijón.

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