El primer gol de Carlos Castro parece sencillo desde el punto de vista del autor del gol: le dan un buen pase y la empuja con facilidad a la red. Pero esa sencillez es posible gracias a sus movimientos de desmarque previos durante la jugada. En el 1'19" del vídeo resumen del partido, se oberva cómo el joven delantero sportinguista amaga una diagonal y cuando va a efectuar el segundo sprint idéntico hacia el primer palo, se frena en seco y da dos pasos hacia atrás. Es entonces cuando está solo para rematar a gol. Dos movimientos sencillos, espontáneos, de instinto, que se tienen o no se tienen. Y en el fútbol son cualidades tan escasas como valiosas.
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