06 febrero 2017

Decálogo de un hundimiento deportivo

-Colaboración con www.golaverage.com



1. El cuerpo técnico y la dirección deportiva deciden hace casi un año que para dar un salto de calidad es necesario remodelar media plantilla. A 31 de enero, los fichajes son 16 (13 en verano), incluyendo siete cedidos, lo cual hará que el club tenga que volver a hacer una remodelación profunda en junio. La historia demuestra que el Sporting nunca funciona bien cuando abundan los fichajes, las nacionalidades y las cesiones y, en cambio, disminuye la gente de la casa.

2. Se actúa tarde con las renovaciones necesarias de Jony, Bernardo y Luis Hernández. Abelardo dejó claro que eran vitales. Nico Rodríguez aseguró que vendrían sustitutos de garantía, pero el tiempo confirma que es enorme el vacío dejado en el puesto de central y el de extremo. Después se dijo que fue una cuestión económica. Posiblemente en los últimos momentos, sí. Pero para evitar esos obstáculos económicos no hay mejor remedio que acometer las renovaciones con mucha antelación.

3. Además del nivel futbolístico, el liderazgo en el vestuario sufrió igualmente una importante merma. Bernardo o Alberto aportaban mucho en esta faceta. El liderazgo y la identidad son intangibles que también ganan partidos. En temporadas anteriores, cuando no aparecía el fútbol, al menos se veían sobre el césped 20 minutos de oleadas de fe, de alma, de empuje... que, impulsados por un Molinón que sumaba puntos, superaban a casi cualquier rival. Ahora ni eso y la gente abandona el campo antes del pitido final y resignada, sin ganas ya ni de protestar.

4. Planificación tardía y errónea. La plantilla acabará la temporada con tres porteros, tres laterales derechos, tres laterales izquierdos, cuatro delanteros (cuando el dibujo más usado es el de jugar con un único punta) y sin extremos puros. Además, muchos fichajes llegaron tarde en verano y los de invierno no debutaron hasta febrero. El perfil de la plantilla apuntaba a un cambio de estilo, aunque Abelardo parecía querer seguir jugando a lo mismo

5. Lesiones. Las lesiones de varios jugadores, unido a la llegada tardía de bastantes incorporaciones, impidieron a Abelardo probar su once tipo durante toda la pretemporada. Esas lesiones en hombres clave hizo que, por ejemplo, gente como Sergio empezara la campaña lejos de su mejor nivel, algo que ha ido arrastrándose durante los meses posteriores.

6. Inicio engañoso. Los siete puntos conseguidos en las tres primeras jornadas, en lugar de ayudar, perjudicaron. Dentro y fuera se creyó que el equipo era mejor de lo que era. Entonces, llegó el Calderón, que devolvió a todos de un plumazo a la realidad.

7. Calendario. Construir un nuevo equipo, con numerosos y tardíos fichajes cuyo perfil invitaba a un estilo muy diferente al de las dos temporadas anteriores, requería tiempo. Y los duelos ante Atlético de Madrid y Barcelona llegaron demasiado pronto, cuando aún al equipo le faltaba mucho. A esto hay que añadir un factor negativo fundamental: todos los equipos se miden al Sporting después de enfrentarse al Atlético y antes de jugar ante el Barça. Esta circunstancia hace que para ellos sea importante un esfuerzo extra ante al equipo gijonés si no quieren, a priori, pasarse tres jornadas sin ganar.

8. Numerosos cambios en las alineaciones y planteamientos. Con la llegada de una mala racha de resultados a partir de la jornada cuarta, se suceden numerosos cambios en las alineaciones y en los esquemas (del 4-2-3-1 se pasó al 4-4-2 y luego al 5-4-1). En ningún momento Abelardo apostó por refozar el centro del campo con tres jugadores y los protagonistas del buen inicio (Cases, Moi y Víctor apenas volvieron a juntarse sobre el césped a partir de esa cuarta jornada). El equipo no sabía a qué jugaba, fuera parecía conformarse siempre con un empate y entre tanto cambio táctico y de nombres se fue enterrando, pese a las bajas puntuaciones en la zona de descenso y alrededores.

9. Losa mental. El tercer triunfo no llegó hasta la decimoquinta jornada y los malos resultados fueron minando psicológicamente a un grupo sin líderes dentro (se añora 'un Diego Castro' que pida el balón y se eche el equipo a la espalda) y fuera del campo. Partidos como el reciente ante el Alavés son ejemplos de que el exceso de presión acentúa más las carencias de la plantilla. Lillo lo dijo públicamente: "Semana tras semana hay mucha presión, el equipo ve que no suma puntos y eso lo hace todo mucho más complicado (...) A muchos a lo mejor nos viene grande jugar en El Molinón". Castro añadió ayer que a veces ve al equipo desquiciado.

10. Relevo tardío en el banquillo. Abelardo admitió que no daba con la tecla y dejó su cargo a disposición del Consejo antes de Navidad. Era el momento. El propio Javier Fernández reconoció el error de haber perdido un mes en la despedida del Pitu a finales de enero. Los dirigentes impidieron que el nuevo entrenador tuviera una 'minipretemporada' para implantar sus ideas, que tuviera más tiempo y más partidos para hacer reaccionar el equipo y para intentar adelantar la llegada de refuerzos de invierno. Además, ese mes perdido hizo que Rubi tuviera que debutar con dos desplazamientos consecutivos. Y cualquier pequeño obstáculo multiplica las situaciones negativas.

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