02 marzo 2013

Perico y el escudo que se hincha de orgullo con cada latido sportinguista


Colaboración con Golaverage


"No puedo cerrar mis labios cuando he abierto mi corazón". Esta frase de Charles Dickens seguro que se la atribuye Hugo ‘Périco' Pérez en relación al Sporting. El argentino, de visita en Gijón, ha sido protagonista estos días por sus declaraciones en los medios de comunicación. Unas palabras que en lugar de ser interpretadas como dardos, deberíamos -todos- tomarlas como una crítica constructiva, valiosa además por llegar desde alguien tan cercano al sentimiento sportinguista como distante a Asturias. El silencio separa más que la lejanía y ésta permite observar en muchas ocasiones la realidad con más clarividencia.
  
Evidentemente, la verdad crea odios. Es inevitable, aunque también ayuda en mayor medida que esa sinceridad que consiste en no ir más allá de no decir nunca lo contrario de lo que se piensa. La crítica externa constructiva y la autocrítica interna son necesarias para reconducir las situaciones. Y el Sporting, guste más o menos, requiere en estos momentos de ello. Que no se busquen culpables, sino errores y soluciones. Por encima de egos y bandos, en aras del bien común: el de ese escudo que se hincha de orgullo con cada latido sportinguista.

Y uno de esos corazones de sangre rojiblanca es el de Hugo Pérez, el primer jugador al que yo he visto hacer una rabona en la Liga Española. Ese centrocampista que saltaba al césped con tanta personalidad y carisma como talento futbolístico. Y esto último le sobraba. Como muestra aquella vez que El Molinón sacó todos sus pañuelos para ovacionar durante varios minutos uno de los mejores goles que cualquiera haya visto jamás en el centenario estadio gijonés. Lediakhov puso el balón desde el córner en la frontal del área grande, el argentino lo controló con el pecho, le hizo un sombrero a un jugador del Valladolid con el muslo derecho y enganchó con la pierna izquierda una volea que llevó el balón a la escuadra. Inolvidable. Que sus palabras en 2013 sumen tanto como aquel momento de gloria en 1995.

4 comentarios:

  1. Vidalín7:27 p. m.

    Precioso relato, Pablo, digno de una síntesis para cuestiones que dignificarían este juego en deporte, porque lo que observo personalmente en el fútbol es no sólo engaño al adversario, sino también al/del que juzga, organiza y dirige este juego, que yo cada vez lo veo reducirlo como deporte...
    Esperando jugadores deportistas par a el Sporting y el fútbol español.
    Enhorabuena Comunicador!

    ResponderEliminar
  2. Anónimo1:38 a. m.

    No es por nada pero cuando pones algo de sentimiento a lo que escribes eres inigualable, llegas de manera directa. No recuerdo el gol ese que relatas ni conozco a su protagonista, pero lo buscaré, supongo que por algún sitio lo encontraré, aunque tu descripción me ha acercado bastante a la jugada.

    y a todo esto, la frase de Charles Dickens no es bonita, es lo siguiente.

    Saludos!!!

    ResponderEliminar
  3. Para mí, el mejor gol que haya visto en El Molinón en directo. A mucha distancia del siguiente.

    Una pena que no haya un vídeo decente en el que se vea en toda su magnitud. Apenas un par de segundos borrosos en medio de un recopilatorio de grandes goles del Sporting.

    ResponderEliminar
  4. -Anónimo: Gracias (lo de inigualable es una grandísima exageración). Habrá que añadir ese ingrediente del sentimiento más a menudo. Saludos

    -paparracho: Una lástima, cierto, que no haya un video más decente en la red. Por eso no lo puse en el artículo. Saludos

    ResponderEliminar