Artículo: Notas del 'pentadrama' europeo

Es habitual que a aquellos que somos críticos, que no nos dejamos engañar arrastrados por las corrientes de mentiras o intereses y que decimos lo que no interesa oir, se nos tilde erróneamente de envidiosos, resentidos, raros o incluso se nos ponga la etiqueta de 'anti'. En los últimos años, esto me pasa con el Real Madrid y su capitán. Resulta curioso que ser REALista signifique para otros ser antimadridista. Prefieren recurrir a eso antes que dar la razón a lo que hasta ellos saben. No importa que tengas argumentos ni que los hechos un año tras otro te otorguen el triunfo en este debate. No escuchan.

El 90% de los aficionados merengues se comportan como niños cuando ganan y como bebés cuando pierden (aquí los pucheros sustituyen a las frases prepotentes, arrogantes y oportunistas). Lo que ellos ni siquiera intuyen es que, en días como hoy, esas caras desencajadas me dan esa razón que me niegan de palabra. Hay que saber ganar pero también perder. Hoy procurarán pasar desapercibidos, no levantar la cabeza, aunque para su fortuna, los que le rodeamos no actuamos como ellos hacen con nosotros. De verdad quisiera empezar a conocer y cruzarme con aficionados, periodistas, jugadores y dirigentes madridistas que consigan que vuelva a sentir lástima cuando les llegue un varapalo como el de ayer, como me sucede con cualquier equipo español en competiciones europeas. Por ahora, sin contar a mi abuela (la madridista más crítica que conozco con el equipo, que además tiene conocimientos para debatir sobre fútbol con cualquiera) y a cuatro aficionados contados, he tenido la mala suerte todos los que he ido conociendo desde que vivo en Madrid han ido consiguiendo casi lo contrario.

El mejor club del s.XX se empeña en perder esa vitola en el nuevo siglo. Ese honor, el de la grandeza, pienso que se consigue ante los grandes de Europa y especialmente a domicilio. Y como visitante continental, al alcance de mi memoria, el Real Madrid únicamente ha ganado a un flojo Steaua y a un Zenit en baja forma. Asimismo, acumula cinco años y un día sin ganar una eliminatoria a ida y vuelta, cinco temporadas consecutivas sin pasar de octavos de la Liga de Campeones y, como culminación de esta negativa etapa, el 'madricidio' sufrido en su primera visita a Anfield no pasó de la enorme humillación a la vergüenza histórica porque Casillas fue el único que estuvo a la altura de la historia del club. También resulta curioso que encuentro tras encuentro el portero sea la figura del equipo de fútbol más poderoso del planeta.

Al igual que el capitán del Titanic se negó a aceptar que aquel coloso era vulnerable, el tiempo ha ido cegando a la mayoría del madridismo a base de numerosas victorias domésticas, cimentadas más en el peso del escudo y la diferencia presupuestaria (que permite goleadas engañosas) que en el juego. Así, han ido llegando Ligas que ha ido engrosando el palmarés por inercia y falta de clubes de tal poder en nuestro país. Mi opinión es que para el Real Madrid y el Barça la Liga es una obligación, nunca un motivo de sacar pecho, y Europa un premio añadido en el que no llegar a semifinales o al menos a cuartos debe considerarse un fracaso. Del mismo modo que en lo colectivo los números domésticos conducen al engaño, en lo individual pasa lo mismo en los últimos cinco años con el mitificado capitán. Hasta entonces, lo defendí; desde ese instante, mejor os hago más corta la lectura y me adueño de la opinión de Julián Ruiz, hoy, en 'El Mundo'.

Ser crítico y describir lo que yo percibo como realidad, obviando la que me quieren vender, me ha costado incluso que me llamaran antisportinguista. Lo dicho, con tal de seguir inmerso en su mundo, la gente hace lo que sea. Espero no haber ofendido a nadie, al tiempo que confío en haber conseguido que entendáis esta crítica constructiva. Simplemente he exteriorizado mis pensamientos sobre estos cinco años nefastos del Real Madrid, es decir, unas notas sobre el 'pentadrama' europeo.