Artículo: Roland Garros y las fresas con nata

Sí, antes de que me llaméis loco, os diré que soy consciente de que la tradición de las fresas con nata está ligada a Wimbledon y no a Roland Garros. No obstante, en mi particular visión de la vida, ese delicioso postre está únicamente vinculado al torneo parisino, al de la ‘Copa de los Mosqueteros’.

Desde que tengo uso de razón, este es mi Grand Slam favorito, es más, me atrevería a confesaros que es uno de los acontecimientos deportivos a los que tengo más cariño, tras Los Mundiales o Eurocopas de fútbol y los Juegos Olímpicos. Y no me importa que muchos señalen que los partidos sobre tierra batida se hacen en ocasiones interminables. El ‘pim-pam’ de la hierba londinense no me va.

Mencionar Roland Garros es sinónimo de multitud de recuerdos que me vienen a la cabeza, tal vez los primeros que no tenga borrosos sean aquellas luchas entre Arancha Sánchez Vicario y Steffi Graf. Asimismo, significaba en mi pasado cada vez más lejano:

a) el comienzo del buen tiempo en mi Asturias natal

b) la proximidad del final del curso escolar

c) y como ya he adelantado, fresas con nata (o en su defecto batido) como postre mientras empezaba a descubrir mi afición por el deporte de la raqueta.

Han pasado unos cuantos años y desde hace tres puedo disfrutar de la gran cita tenística francesa sin el condicionante de los exámenes, los cuales me impedían disfrutar todo lo que quería. Ahora, ya no tengo ese obstáculo y estamos más habituados a ver a varios españoles coqueteando con el éxito; eso sí, Asturias está a cientos de kilómetros, así que, al menos, necesito recuperar la tradición de un buen plato de fresas con nata mientras Nadal continúa sumando triunfos consecutivos en esta bendita superficie.

Este mes de junio será el doble de valioso, pues coincidirán Roland Garros y el Mundial.

PD: la fiebre que me tiene encerrado en casa y la ausencia de fresas en el supermercado retrasarán algún día más mi regreso a la infancia.