29 junio 2012

20 años de la Dinamarca de 1992, esa Selección a la que el fútbol nunca olvidará

“En el mundo del fútbol, nunca nadie olvidará a la Dinamarca de 1992”. Tiene toda la razón Brian Laudrup porque se trata de uno de los capítulos más emotivos de la historia del deporte rey. Y merece la pena recordarlo en esta semana en la que se cumplen 20 años de la culminación de aquella gran gesta danesa.

En el mes de mayo de 1992, Yugoslavia fue sancionada con la exclusión de la Eurocopa de aquel año como consecuencia del conflicto de los Balcanes y se decidió que fuese Dinamarca la octava selección que disputara la fase final del torneo. Entonces, el seleccionador Richard Moller-Nielsen tuvo que aparcar la remodelación de la cocina de su casa para tirar de agenda y completar una convocatoria exprés para debutar el cercano 11 de junio. Buena parte de sus pupilos descolgaron el teléfono a cientos de kilómetros de distancia, en cruceros algunos o en distintos rincones el resto, disfrutando desde hacía dos o tres semanas de sus vacaciones. A muchos se les pasó por la cabeza no acudir ante el miedo al ridículo, algo que sí hizo la gran estrella del país, Michael Laudrup, quién declinó la propuesta colmado tras haberse proclamado campeón de Europa con el Barcelona.

El técnico fue el primero que creyó en el milagro. Si no fue así, lo disimuló muy bien en la charla de bienvenida que tuvo con sus internacionales, a los que les dijo que viajaban a Suecia, sede de la Eurocopa, a levantar el título. Ellos se rieron pero el primer empate contra una histórica como Inglaterra subió la moral de un grupo que aún tenía las mentes puestas en la playa y los cuerpos libres de cualquier tensión. Estos factores, lejos de volverse en su contra, se tornaron decisivos. Fueron a toda una fase final de un campeonato europeo de selecciones a disfrutar y vaya sí lo hicieron.
Sin embargo, una derrota por la mínima en el segundo encuentro ante los anfitriones les dejaba prácticamente apeados. El gol de Brolin obligaba a Dinamarca a ganar a la poderosa Francia, aunque ni siquiera esta circunstancia modificó el ambiente completamente relajado de la concentración danesa. Viéndose fuera y conscientes del contexto en el que habían llegado al torneo, los jugadores afrontaron el decisivo duelo con una ausencia de presión positiva. Y ganaron por 2-1 con un tanto del suplente Elstrup en el minuto 78.

De la fase de grupos se pasaba directamente a semifinales. La gloria estaba tan cerca y a la vez tan lejos porque el rival era Holanda, el último campeón y que contaba en sus filas con Van Basten, Gullit, Rijkaard, Bergkamp o Ronald Koeman, el héroe de la reciente final de la Copa de Europa. Dinamarca se adelantó a los cinco minutos de partido, el empate de Bergkamp parecía que despertaba del sueño a la ‘Cenicienta’ del torneo, pero de nuevo Larsen adelantó a los escandinavos en la primera mitad. Quedaba prácticamente una hora de asalto de la selección ‘orange’, el reloj fue avanzando y cuando por fin todos ya daban por hecho el milagro apareció un remate de Rijkaard. Era el minuto 86 y ahora sí que nadie, ni incluso sus propios futbolistas, apostaban por la victoria de Dinamarca. No obstante, resistieron toda la prórroga, de modo que el rival de Alemania saldría de la llamada lotería de los penaltis. En ella, Schmeichel se erigió en héroe al detener el disparo de Van Basten. Sorprendentemente el único fallo holandés llegó de las botas del Futbolista Europeo del año y autor de uno de los dos goles que le habían dado a su país la Eurocopa de 1988. Después de nueve lanzamientos, Christofte estaba a once metros de obtener el sorprendente pasaporte a la final. Van Breukelen trató de descentrarlo con malas artes, al igual que había hecho con el resto de lanzadores, ante lo que el danés replicó con una provocación futbolística: no tomar apenas carrerilla. Un único paso antes de golpear fue suficiente para mandar el balón al fondo de la portería.


Llegamos así al 26 de junio de 1992. Alemania era favorita, como lo habían sido Holanda o Francia en los dos partidos anteriores de Dinamarca. John Jensen en la primera mitad y Kim Vilfort en la segunda anotaron los dos goles de la final. El cuento de hadas fue tan perfecto que el autor del definitivo 2-0 fue un jugador que aceptó participar en el torneo, convencido por su mujer, y pidiendo la condición de poder estar en un hospital de su país con su hija enferma todos los días en los que no hubiera partido.

El primer gran campeonato en el que los jugadores lucían sus nombres en la camiseta encumbró a un grupo. Al más humilde y solidario, al que llegó sin su máxima estrella, al que cambió el relax de sus vacaciones por la exigencia de una Eurocopa sin caer en la presión, al que se permitió soñar por encima de la lógica y los obstáculos. Por todo ello, el mundo del fútbol jamás olvidará a la Dinamarca de 1992.


-Fotos: Google Images

10 junio 2012

Manolo Preciado, uno de los nuestros


 ---Colaboración con www.martiperarnau.com



Manolo Preciado Rebolledo es un gran entrenador pero sobre todo es una gran persona, un torrente de ilusión tan ausente de rencor como lleno de bondad. Es auténtico y sencillo, sin importarle quien tenga enfrente; un optimista exagerado, que no permite que ningún obstáculo de la vida se convierta en un muro demasiado alto de escalar; un ser humano cercano, amable y que siempre tiene una sonrisa por delante para directivos, jugadores, prensa o aficionados. Es paradójico que alguien con un corazón tan grande precisamente nos deje porque el mismo haya dejado de latir. Desde que me sobrecogió la noticia, ni quiero ni puedo creerme su muerte, de ahí que en mi recuerdo y en el inicio de este texto, posiblemente el más difícil que he tenido que escribir hasta ahora, todo lo que concierne a su figura se conjugue en presente.

No concibo que mi último mensaje no vaya a tener su respuesta, que yo no vaya a despejar jamás la duda que tenía anteayer (si el Villarreal se adaptaría más a su estilo o si sería él quien se amoldaría más a las características del Submarino Amarillo), o que el sportinguismo no vaya a experimentar jamás lo que supone verlo sentado en el banquillo visitante de El Molinón. Pero, sobre todo, lo que no entiendo es que la vida pueda ser tan cruelmente injusta con uno de los más justos. Pienso en su familia, sobre todo en Manu, a quien su padre arropó tras perder a su hermano, a su madre y a su abuelo; y me imagino a Manolo diciéndole desde el cielo a su hijo que tiene que contar hasta diez y luchar por los que siguen a su lado… porque mañana saldrá el sol, su frase por excelencia.

Mi admiración profesional y ante todo personal por Preciado arrancó en diciembre de 2005. Creo recordar que era lunes y que su Racing iba a visitar al Real Madrid. Siendo yo aún más principiante que ahora en el periodismo, me atendió apenas 48 horas antes de jugar en el estadio merengue con la misma amabilidad que lo hizo siempre, exactamente con el mismo privilegio que concedía a los gurús de este mundillo. Yo le dije que estaba convencido de que ganarían a los Galácticos como contraprestación a haberme tratado tan bien. Y así fue.

Meses después, llegó al Sporting y cumplió tres promesas que parecían imposibles: devolver la ilusión futbolística a la ciudad, llenar las gradas de El Molinón y ascender al equipo a Primera. Aún así, se sintió tan en deuda con el cariño recibido que todavía quiso ofrecer algo más al sportinguismo. Me refiero a tres permanencias consecutivas de valor incalculable, con momentos inolvidables entre los que destaca finalizar una Liga en mitad de la tabla convirtiendo una defensa que sufría goleadas en la tercera mejor del campeonato o su nueva gesta en casa del club más rico del mundo. Ese y otros éxitos llegaron después de levantarse unas cuantas veces. Nunca olvidaré nuestra conversación en las entrañas del Bernabéu después de un 7-1 en contra mientras las cámaras y grabadoras se centraban en los artistas locales. Esa semana las críticas fueron tan feroces que le llamé para hacerle una entrevista en la que le dije que, pese al sonrojante inicio de temporada, yo estaba convencido de que el Sporting se salvaba. Ese día el titular de sus declaraciones fue :“Algunos se la comerán doblada”. Y así fue. No lo dijo desde el odio o la venganza sino como mensaje motivador hacia su grupo, el mejor del mundo para él. A los suyos los defendía como nadie, de su entorno tiraba con la fuerza de un gigante, en ellos creía incondicionalmente.

En una vida ideal, Manolo hubiese podido entrenar al Athletic de Bilbao, uno de sus deseos profesionales. En ese universo paralelo perfecto, hubiera tenido la oportunidad de dirigir a un equipo inglés o de retirarse feliz para viajar por medio mundo, una de sus pasiones. Y en el mundo utópico de muchos sportinguistas la etapa de Preciado en el banquillo gijonés jamás hubiera tenido fin. Ahora aún será mejor: se ha convertido en su entrenador eterno. Manolo Preciado, uno de los nuestros.



-Fotos: El Comercio

03 junio 2012

Perfil de Brendan Rodgers (nuevo manager del Liverpool)


+Colaboración con www.martiperarnau.com


 
Brendan Rodgers convirtió una circunstancia adversa (la lesión que le obligó a colgar las botas a sus 20 años) en una gran oportunidad para formarse como técnico. Desde sus inicios en los banquillos en las categorías inferiores del Reading tuvo claro su punto de partida: “Mi idea del fútbol está basada desde que era un entrenador joven en el modelo del Barcelona”. Así, textualmente, inició el norirlandés una charla reposada que mantuvimos el pasado mes de enero en su ordenado y pequeño despacho de las modestas instalaciones de entrenamiento del Swansea. Su devoción hacia la entidad culé le llevó durante una época a realizar cuatro visitas anuales a La Masia, sobre todo en la etapa de Frank Rijkaard, representante de la otra escuela que sustenta su filosofía futbolística: la holandesa.

Antes de dirigir a Swansea, Reading y Watford, completó su preparación como integrante del staff técnico de Mourinho en el Chelsea. “Aprendí de José muchas cosas sobre fútbol, mentalidad y psicología, pero tengo mi propia identidad. Me gusta ganar, aunque me gusta ganar bien, con un estilo”. Ese matiz explica su gran respeto por Pep Guardiola, al que califica como un entrenador fenomenal, pero recalcando que también cogió mucho de su amigo y ex jefe portugués.


NO SÓLO UN ENTRENADOR

En el Swansea, Rodgers ha cumplido el sueño de ser un manager de Premier, aunque haya sido en algunos aspectos con unas limitaciones impensables en un club de ese nivel. En los últimos dos años ha tenido que multiplicarse. Por ejemplo, entre sus numerosas funciones como manager, planificaba con un mes de antelación los viajes del primer equipo. Además, se ha visto obligado a tirar de contactos para reforzar al equipo y realizar las tareas de scouting, donde apenas contaba con colaboradores. Pero no consideraba prioritario que la entidad galesa tuviera que crecer en este ámbito: “A veces, más es menos”. Estos detalles, a priori irrelevantes, ayudan a contextualizar su fichaje, arrojando luz a los motivos, aparte de los evidentes, que podrían haber empujado a Brendan a dar el sí a los dueños del Liverpool y posiblemente aceptar determinadas condiciones. El tiempo demostrará si en Anfield, como parece, no tendrá que dedicar tanta energía a tareas ajenas a las de un entrenador al uso. Incluso hasta puede venirle bien en un ambiente de tanta presión y exigencia como el que se va a encontrar.


Si le pides al norirlandés que defina brevemente su prototipo de equipo, te dirá tres conceptos: ofensivo, creativo y con disciplina táctica. En él, todo arranca de la premisa de controlar los partidos a partir de la posesión, sacando el balón jugado desde atrás, con paciencia y ensanchando el campo para utilizar la velocidad en las bandas, con el objetivo de llegar con bastante gente al área contraria. Sin olvidar que a sus jugadores les exige un ritmo elevado, tanto en la faceta ofensiva como en la defensiva, en la cual considera primordial la agresividad y la presión alta, con un trabajo colectivo encaminado a recuperar cuanto antes la iniciativa. Porque está plenamente convencido de que la mejor defensa posible es tener el balón.

Sus entrenamientos, sesiones no muy largas pero sí intensas, se centran en ejercicios de posesión y posición, muchos en espacios reducidos, con la pretensión de incidir directamente en las señas de identidad que quiere para su equipo en los partidos. Aunque su foco de preocupación ilumina a sus propios jugadores, también analiza con detalle a los rivales, destinando el día anterior y las horas previas a cada encuentro para las sesiones de video y charlas técnicas.

Rodgers posee personalidad y carisma para liderar un vestuario, donde no renuncia a un trato relativamente cercano con los futbolistas, a los que respalda en público de manera firme, individual o colectiva, cuando la situación lo requiere. En el Swansea consiguió que el grupo, solidario dentro y fuera del campo, estuviera siempre por delante de cualquier nombre. Sin embargo, tal vez con un mayor número de egos en su plantilla encuentre más problemas si repite su práctica de utilizar un bloque reducido de habituales en las alineaciones. Asimismo, cabe destacar en esta línea que no siempre agota las sustituciones, apurando en bastantes ocasiones la entrada de jugadores de refresco.



El nuevo manager ‘red’ es un profesional idóneo para darle un proyecto a medio-largo plazo con confianza plena por parte de los dirigentes para buscar el qué pero de la mano del cómo. Una de las incógnitas por despejar es si los dueños y el entorno de su nuevo club van a tener paciencia en caso de que los inicios no respondan a la enorme exigencia que requiere la historia del Liverpool. Otra, comprobar si el norirlandés amoldará en mayor o menor medida su sistema y filosofía de juego a la plantilla que tenga o si, como apunta la lógica, tratará de instaurar su sello, seguramente de un modo paulatino y siendo consciente de que no puede construir un equipo a imagen y semejanza del Swansea que ha modelado. Sea como sea, son nuevos alicientes para seguir de cerca al nuevo Liverpool de Brendan Rodgers y la Premier League 2012-13.


-Fotos: Liverpool FC